Cris P. Lareo y una caja de botas

Presentación de La nieta del Cubano

El sábado catorce de mayo asistimos a la presentación del trabajo ganador de Cris P. Lareo en el certamen fotógrafas BAFFEST en la sección de mejor fotógrafa vasca. El viernes se presentaron diez de los trabajos preseleccionados para este año en el Museo de San Telmo, y que mejor excusa para enseñar uno de los que ganó el año pasado.

Como siempre, Gabriela Cendoya hizo de maestra de ceremonias y nos presentó someramente a Cris. Y a partir de aquí la magia de la Memoria. Porque el trabajo de Cris habla de eso, de la memoria familiar, de la memoria de los lugares, de la evocación de la imágenes… Yo en un momento llegué a oler los eucaliptus que pueblan una de sus fotografías. Pero vayamos a lo importante. El fotolibro que presentó se llama como el trabajo: «La nieta del Cubano». ¿Porqué ese nombre? ¿Es ella la nieta? La explicación es muy sencilla: uno de sus bisabuelos maternos viajó a Cuba a finales del siglo XIX para trabajar como ebanista, al volver a la aldea se le empezó a conocer como «El Cubano». El nombre, como pasa en los pueblos se ha mantenido hasta hoy, así que su madre y sus tías son conocidas en el pueblo como las nietas del cubano.

Cris nos contó que ella ha pasado todos sus veranos en esa aldea y ha ido haciendo fotos desde siempre. Al terminar un curso en una escuela de fotografía de Bilbao, el CFC decidió comprarse un escáner, ya que su trabajo es analógico. Ella sabía que su tía Estrella había hecho muchas fotos de la aldea, de la familia… así que le preguntó si no tendría alguna imagen. Y aquí viene la caja de botas que es el principio de esta bonita historia. Cris se encontró de repente con un montón ingente de negativos en los que había parte de la historia de su familia materna. Empezó ordenando y escaneando algunos en el año 2016. A la vez iba a la aldea en verano, seguía haciendo fotos, con la cámara que también le entregó su tía y con la que estaban hechas todas las imágenes que dormían en esa caja de botas.

Llegó el 2020, y con él la pandemia y la falta de ganas de hacer fotos en casa… Pero existían los negativos, así que los días se convirtieron en horas para poder bucear en ese archivo familiar tan increíble. Poco a poco Cris se dio cuenta de que las fotos de su tía y las suyas dialogaban, hablaban de la memoria familiar pero no en el modo de biografías que se encuentran sino como evocación de unas raíces, de unas vivencias compartidas, puede que no en el tiempo pero sí en el lugar. Esto podía haberse alargado en el tiempo pero de repente en diciembre de ese año surge la posibilidad de hacer un curso en Tabakalera con Jon Cazenave sobre «Ser (a través de) la imagen». Para ello Cris imprimió parte de las fotografías que tenía escaneadas, tanto del archivo de su tía Estrella como de sus propias imágenes. Allí ya empezó la parte de edición. Que prosiguió para presentarse al BAFFEST del 2021. Ella nos confesó que no pensaba ganar, pero lo hizo. Es verdad que su trabajo va a ser expuesto en El Regato, pero para Cris estaba claro que este trabajo debía materializarse en un fotolibro, y así ha sido. Es un libro en A5, íntimo con un papel muy cuidado, donde no existe una separación entre el presente y el pasado, solamente una memoria compartida.

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