Este fin de semana, el 19 y 20 de marzo, he asistido a uno de los talleres donde más he aprendido sobre la narrativa visual. He tenido la suerte de escuchar a cuatro grandes nombres del fotolibro en la actualidad: Israel Ariño, Eric Montes, Caroline Bénichou y Juanan Requena. La gran ventaja de este taller es que ha transcurrido en la Biblioteca del Museo de San Telmo de San Sebastián donde podíamos disponer de todos los libros de la colección de Gabriela Cendoya-Bergareche. Durante todo el curso era divertido ver como alguno de los ponentes hacía referencia a un libro y no había más que bucear por las estanterías para encontrarlo. Y así se aprende muchísimo.
De esa forma aprendes, pero está pasado por tamiz de lo que quiere enseñar el profesor. Lo verdaderamente enriquecedor ha sido el visionado de portfolios. Éramos dieciséis personas así que nos tuvimos que dividir en dos grupos; me quedé con ganas de ver los otros trabajos, pero ya sólo con los que vi me vale para estar reflexionando varias semanas. Fue maravilloso poner fotografías sobre la mesa, escuchar la pregunta: «¿Qué quieres contar?» y ver en acción a Enric Montes moviendo imágenes, creando pequeñas perlas por donde seguir investigando. No siempre estás de acuerdo con lo que te plantean pero ya sólo escuchar otras opiniones sobre el trabajo de cada uno te lleva a reflexionar con más profundidad. Puede que muchos de mis compañeros sigan en la línea que tenían, otros busquemos nuevas formas de narrar pero no importa, la finalidad es tener la mente abierta, ver cómo cada persona explica el mundo pasado por su propio filtro.
Se habló de música y de ritmo, de silencios y respiros, de sensaciones, de gramática de la imagen y de la palabra, de sabores, de olores, de todo aquello que nos nutre. De lo importante que es el no quedarnos sólo con lo que nos gusta, si no que hay que investigar otras formas de hacer que nos van a dar pistas sobre lo que nos mueve a cada uno.