Anne Morin, comisaria de la exposición de Vivian Maier en la sala de Kutxa de Tabakalera y Berta Vias Mahou, autora del libro «Una vida prestada», dialogaron sobre la figura de Vivian Maier.
Ante todo, Berta insistió en que su libro es una novela, es decir, ella se apoya en algunos datos, pero sobre todo cuenta lo que le sugieren las imágenes. No está haciendo una biografía al uso, sólo quiere aprehender el alma de esta niñera fotógrafa. Anne Morin nos confesó que esa imagen respetuosa, con esa distancia que da la educación, sin morbo y mirada con cariño es la idea que comparte con la novelista. La que le gusta quedarse. Cada persona tenemos nuestro lado misterioso, que no conocen ni los más allegados, entonces porqué buscar siempre todas las luces y sombras de los autores. Intentemos ver el mundo a través de su mirada, de sus fotografías y de sus películas.
Berta nos dijo que la sociedad piensa que como era una niñera no tenía cultura. Se habla de una «nanny» ingenua. Pero no es así, no hay que ver más que sus hojas de contacto para ver que tenía una gran cultura de la imagen, tanto fotográfica como pictórica. Eso sí, como no tenía estudios formales no tenía esa rigidez de los que siguen las normas impuestas, era muy moderna en muchos de sus planteamientos. En sus hojas de contactos podemos ver cómo o seguía una escena o sólo disparaba una vez, ella si que era la maestra del Momento decisivo.
Lo que no necesitó nunca es del publico para reafirmarse como fotógrafa. Anne Morin y Berta Vias consideran que en parte si quería ser descubierta, pero póstumamente. Si no no se entiende que se trasladara con todos sus negativos. Solía disparar más de 1000 carretes al año, tenía un montón de libros de fotografía, revistas. Cada vez que cambiaba de trabajo llevaba más de doscientas maletas. Y esa imagen de persona gris y triste se rompe cuando vemos sus películas, cuando descubrimos el humor en sus autorretratos o cuando descubrimos que le gustaba jugar al escondite con los niños que cuidaba. Vivian escribió su «posthistoria», nos dejó miguitas como Pulgarcito para que encontremos el camino hacia su alma, hacia su visión. Y eso es precisamente lo que han hecho Anne Morin con la exposición y Berta Vias con su novela.