Casi parece que voy a escribir una receta de algo extraño que lleva como condimento el ajo. Pero no. Ajo, María José Martín, se define como micropoetisa, para mí algunos de sus versos son puras greguerías de finales del siglo XX, principios del XXI. Otros son poemas de amor y desamor o de desconcierto por lo que somos y por lo que vivimos.
Son textos que te hacen reír, emocionarte, o simplemente pensar. Yo me he leído el primero y el cuarto libro de micropoemas. El cuarto lo leí en el autobús; casi me paso de parada, aunque lo mejor fue que alguno de sus poemas me hicieron reírme a carcajada limpia. Creo que el resto de los viajeros pensaron que estaba un poco loca, y por si acaso, se alejaron un poco más de mí. Estamos acostumbrados a que alguien se ría o proteste frente a una pantalla de móvil pero reírse con un libro parece más de otro siglo. Sobre todo porque los libros son de tamaño pequeño, muy pequeño y parece que estés leyendo un breviario.
Me gustan sus poemas y me parece una buena forma de que alguien a quien la poesía le parezca algo demasiado sesudo para leer, empiece con Ajo y acabe váyase usted a saber donde.