He terminado «Hermano de hielo» sentada al sol de mayo en la terraza de casa. Al cerrar el libro y mirar el cielo azul me he sorprendido al sentir el calor y ver ese cielo primaveral, ya que Alicia Kopf me había llevado al frío de Islandia, al del Antártico, a la del Artico. He tardado unos segundos en darme cuenta dónde estaba.
Alicia consigue hablar de varios temas a la vez y que se imbriquen perfectamente. Nos habla de su fascinación por la nieve, el hielo, las expediciones polares, nos da datos científicos de estas últimas, nos habla de su búsqueda de su lugar en el mundo y en su propia familia, de las relaciones humanas, de ser «artista», de los proyectos, de los retos.
No es una novela, no es un ensayo, no es una autobiografía, como mucho se podría definir como un libro de viajes. Pero viaje de dos tipos; un viaje hacia el interior de uno mismo y un viaje exploratorio del mundo. Le agradezco a Nagore Legarreta haberlo recomendado cuando fuimos a ver su exposición «Iceberg».